Sermones

Saturday, March 31, 2018

La Verdadera Religión de la Paz




Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén, diciendo: "Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos."  (Lucas 19:42)  Nació el "Príncipe de la paz", pero su mensaje enseñando las cosas que hacen la paz fue ignorado en su mayor parte. Por lo tanto, dentro de cuarenta años, la ciudad y su templo sagrado fueron nivelados a la tierra. Jesús enseñó que debemos considerar las necesidades y los deseos de los demás tan rápido como pensamos en nuestras propias. (Mateo 7:12) Enseñó que debemos ser mansos y humildes de corazón, misericordiosos. Él demanda que tengamos el hambre de justicia y que seamos limpios de corazón. Los verdaderos hijos de Dios son pacificadores. Enseñó que debemos amar a nuestros enemigos, orar por ellos y hacer el bien a ellos. No toleraría llamar a otra persona nombres feos como por ejemplo” tonto” o “necio”. Para todas las maneras por las cuales los hombres provocan el odio, la ira y la hostilidad, Jesús nos ha mostrado la manera de superarlas para que tengamos paz. (Romanos 12:9-21) "Vencer el mal con el bien".
¿Sabe usted lo que conduce a la paz?

 1. No puede haber paz hasta que uno se entera de la "regla de oro" y decide hacer el bien al prójimo, aunque sea extranjero, incluso a los extranjeros hóstiles. En las lenguas antiguas de los indios norte-americanos, la palabra "extranjero" era un sinónimo para el "enemigo". En la griega antigua, los ciudadanos de las ciudades vecinas fueron generalmente enemigos. Entre las innumerables sectas y tribus de las naciones islámicas, más pronto cortan las gargantas de los musulmanes de otras tribus que cualquier otro de los no-musulmanes. El canibalismo se ha practicado abiertamente por siglos en Nueva Zelanda, África, Sudamérica y aún los indígenas de Tejas. Jesús enseñó el evangelismo que nos manda a rescatar a los extranjeros de los estragos del pecado.
2. No puede haber paz sin la misericordia y humildad. Muchos pelean porque alguien les provoca. Puede ser un lapso moral o sea una falta de consideración que insulta o les hiere. No puede haber paz sin el perdón misericordioso. No puede haber paz si no tenemos dominio propio y humildad cuando otros nos provocan. Los sentimientos de dolor, miedo, preocupación y enojo nos lanzan en conflicto. Al mismo tiempo la fe, la confianza y la amabilidad nos elevan al mundo sublime de la paz.
3. No puede haber paz sin pureza de corazón. La integridad del matrimonio depende de la lealtad y la confianza. Pero la confianza es destruida por la inmoralidad y el deseo errante. La ira se inflama junto con recelo y sospecha, más aún cuando hay adulterio. A veces es sólo el conocimiento de indiscreciones pasadas que de repente se lanzan al presente. Ahora considere todo el enojo y discordia entre los hijos de hogares rotos, rotos por la falta de pureza de corazón. Los niños sin padres (padres presentes) crecen enojados y amargos, abandonados por sus padres y abandonados por sus madres solteras que deben salir de la casa para trabajar y sostener a sus hijos. Ellos ambulan por las calles en pandillas, ligados por un juramento para luchar contra otras pandillas que violan su territorio. Nacieron en impureza y se criaron en impureza. Se juntan como perros. Engendran enfermedad, amargura y hostilidad dondequiera que vayan.
Jesús sabe lo que conduce a la paz. Busque al Señor.