Sermones

Thursday, May 5, 2016

Al Descubierto y Semidesnuda





    
La campaña crece entre hombres y mujeres: la cuestión de hacer lícito el andar en público semidesnudo. ¿Qué importa? A los hombres les gusta mirar a las mujeres y a las mujeres les gusta ser miradas. ¿Pues, dónde está el problema?  ¡El problema es que la desnudez de uno pertenece a su cónyuge y no a los demás! Levítico 18 con mucho detalle condena las costumbres de Canaán, comenzando con el descubrir la desnudez de alguien que no es el cónyuge de uno. Dios nos enseña que es vergonzoso descubrir la desnudez en público (como por ejemplo Isaías 47:2,3). Cualquier persona que ha sido guiada y ha permitido que la Biblia influya en ella sabe que la ropa nunca es opcional en público. Aun las naciones ignorantes de Roma Antigua, de Grecia, y de China llevaban ropa. La práctica más común entre los paganos tales como los indígenas, los bosquimanos africanos y los aborígenes australianos era de andar al descubierto sin reservaciones algunas.

    La legión endemoniada  andaba por el cementerio desnuda, pero cuando Jesús echó fuera a los demonios, el hombre se encontró sentado, y en su juicio cabal se vistió. Los únicos que descubren su desnudez en público inocentemente son los niños y los que están enfermos mentalmente ya que no saben hacer otra cosa mejor.  Por lo tanto, son inocentes.

    La televisión y las películas nos están convirtiendo en una sociedad voyeur o sea mirona, que no se avergüenza al mirar la desnudez de extraños. Las mujeres jóvenes que trabajan como vendedoras en las tiendas amenudo  se visten de blusas de tal manera que cuando se inclinan o agachan un poco delante de sus clientes o compañeros enseñan su desnudez. Los hombres con muy poco respeto y caballerosidad disfrutan de tal espectáculo.  El hombre de honra sienten la vergüenza ya que la señorita ha descubierto la desnudez que no pertenece a él. Si ella es doncella, su desnudez, como su virtud de doncella, pertenece a su futuro esposo solamente, eso si Dios le concede casarse.

    Hoy día, muchos se quejan del aumento de la vulgaridad, la grosería que se acepta en público. La mayoria de los hombres y mujeres que se visten elegantemente amenudo usan palabras groseras, vulgares, de maldicion, y profanidad ante la presencia de gente mixta, sin pedir disculpas algunas.  Según ellos esto es normal ya que estamos ante la presencia de gente inmoral. Tal vez piensan así por causa de los vestidos de moda atrevida y los gestos mundanos que dejan la impresión de que todos somos inmorales y vulgares y por eso no hay necesidad de evitar las palabras sucias. Estamos acostumbrados a ver porciones de las caderas, los muslos y mucho del torso.

    Nuestra fe se expresa por nuestra manera de vestir y del cuidado que tenemos de cubrirnos delante de aqellos que no tienen ningun derecho a ver nuestra desnudez.


Terry

No comments:

Post a Comment